y desde mi costado sentiré respirar a mis queridos sentimientos.
Y veré como mis sueños se caen, como me robarán la alegría,
como si fuera un tesoro que nunca quise usar.
Veré como la tristeza será acompañada con notas musicales,
y aquellas lagrimas que nunca solté se esparcirán sobre las sabanas que alguna vez usé para ser feliz,
y como un cigarrillo que nunca fue fumado me desvaneceré en el invierno,
en el solitario invierno,
aquel que no solo congeló mi cien, también terminó congelando mi inspiración,
mi anhelo de seguir más allá.
Me veré obligado a escribir hasta que mis huesos se rompan,
hasta que mis nervios se estropeen,
y hasta que mi garganta no deje pasar el aire debido a los nudos que en ella habitan.
Y así terminará una historia que nunca fue agradable para nadie,
la más desamparada historia jamás conocida,
y la historia que nunca nadie contará.
No seré fuerte, porque la fortaleza me obliga a tener que decidir,
y ya me cansé de que las decisiones atraigan nubes negras,
que me supere la vida misma,
que cometa los mismos errores una y otra vez,
que las miradas me hagan sentir intimidado ante el mundo.
Veré como el mundo cae,
como todos volarán y yo me quedaré acá abajo,
mirando solo sus sombras,
mirando algún día mi reflejo desgastado por los años donde nunca pude obtener:
un gramo de sentimientos.