Y mis
pasos no logran alcanzar la sombra que dejé,
Pienso sobre el qué pasará mañana cuando mire fijamente la
ventana escarchada,
Y en el fondo sepa que es el retrato de mis días en invierno,
De mi corazón frío y desgastado.
Miro los tonos fosforescentes cayendo uno a uno entre la
multitud,
Y mis pies se mueven lentamente, pisando colillas de cigarros,
Veo como los besos vuelan por los aires,
Y siento el calor en las mejillas secas por el humo.
Y es que los ayeres suenan tan fuerte en los mañana,
Tan fuerte como la música en el antro,
Pero quiero volar, y no aterrizar jamás,
Tomar de la mano a todos los que quieran volar conmigo y
llevarlos lejos de acá.
Pero ahí estoy, con los trozos de recuerdos entre los dedos
marchitos,
Parado frente a un abismo, y no lo veo,
Y la curiosidad sobresalta mis latidos,
He escuchado que si llego a caer, no volveré a salir a la
superficie.
Vuelo, solo vuelo sobre todos,
Mi cuerpo acaricia las nubes que están a mí alrededor,
Vuelo y no caigo, porque quiero volar,
Y la música sigue sonando fuerte y las luces fosforescentes
traen consigo los tragos amargos.
Y el dolor no se siente,
No siento que me acompañe hoy,
Lo dejé tirado sobre un tarro de basura a la salida de mi casa,
Frente a la ventana que volveré a ver la mañana que viene
después.