Cenizas bicolores caen sobre el mantel de año nuevo,
las copas susurran como pequeños fuegos artificiales,
la mirada constante hacia el reloj que ya dejó de marcar las 12,
y mi cuerpo helado ausente de una caricia,
el alcohol cubre nuevamente mi paladar
aquel que está directamente conectado con mi memoria,
con tus besos y abrazos vacios,
con mis besos y abrazos revalsando sentimientos sobre la copa de champán.
Gotas de sudor caen ahora sobre la sabana contraida,
dos dedos suben y bajan por tu pecho hasta tu mejilla,
dos sentimientos no reciprocos pero igualmente alocados y descontrolados,
ahora es el momento de brindar por la alegria,
por nuestra gran alegria de solo utilizar nuestros cuerpos como medio para solo embriagarnos de placer,
mañana será otro día, otro año y quizás otra vida llegara a la tuya,
da igual, ahora solo quiero sentirme en la cumbre del olimpo,
de mi propio Olimpo, aquel en el que soy un dios solitario.
Gotas de amor se desperdician en este pequeño salón,
quizás a quien debería entregarlo no quiere encontrarme,
quizás nunca existió.
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